que lindo domingo

Equilateros pasajes de grises suburbanos
se proyectan en la ciudad de los dormidos.
En una despedida crusificada a contra manos
el cielo se desvanece entre gemidos
y en el santuario llora cada uno su dolencia
el propia temor de la aciaga partida.
ante el destino que aguarda no hay clemencia
y en soplos se nos hace humo la vida

contemplo un frio funeral de flores rentraidas ,
como un bollo y me siento ajeno al desasociego.
los muertos no merecen nuestras lagrimas renegrida
temerosas de un vacio corrupto, y de verdades ciego.

me oprime el pecho una sonrisa en la resaca
y agradezco no se bien a quien en algun lado
no ser carne agusanada pudriendose en la hamaca
del tiempo que en la espera desespera
hundiendose de apoco alla en el vado

se que el vacio es hambre inexorable y cegada
lo supo aquel de remotas epopeyas
busco escapar a su humanidad mas arraigada
nego a la muerte y a la vida nego con ella .

pero Sueño yo con el replandor de unos ojos grises teñidos de viento
un abismo donde puedo contemplar la eternidad hasta su mismo lecho
nebulosa azulina que se escapa al devenir natural del ser y del tiempo
proyectando ante mi la misma duda que sin creer en dios lo da por hecho.

la muerte golpeeo algunas veces la puerta
y tres de ellas se abrio rauda ante mis ojos .
Se como se oye el silencio de los que ya no estan
pero creo con un ardor que me abraza violento
que no existe la muerte, mas que en el olvido.

un mundo completo de vivos muertos que deambulan
y de muertos inmortales que resucitan a cada paso
confirman la fuerza escondida de mi afirmacion.
unos ojos grises capaces de alegrarme el domingo
la hacen patente: a la muerte se la mata con amor.

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