martes, 19 de agosto de 2008

El simio y el aprendiz de sushi


se requiere todo un pueblo para criar a un niño.
Proverbio africano,


Cuando tropecé con el libro "El simio y el aprendiz se Sushi" luego de mucho hurgar entre los anaqueles de la sección de divulgación científica de una librería porteña y leí la contratapa, profundamente intrigado por el titulo, me quede largo rato pensativo, antes de animarme a abrirlo y abordarlo.
Desde hace mucho, -y a pesar de ser un convencido que tanto el lenguaje como la conciencia, tienen manifestaciones profundas en muchos animales, y que la tajante línea divisoria impuesta desde la filosofía y las religiones judeocristianas entre el hombre y el resto de los animales es como mínimo desatinada y retrograda – que considero a las posturas antropomórficas, imprudentes y mas llevadas por la pasión que por razón.
Las llamadas posturas antropomórficas, suelen abordar el tema de los animales y su comportamiento dando por hecho a la hora del análisis, construcciones humanas, tanto culturales y lingüísticas como conceptuales y sociales. De este modo se considera al animal como si de un hombre o mujer se tratara sin procurar en lo más mínimo considerar siquiera lo intraducible de las percepciones, y el poder restrictivo del lenguaje paradigmático, que opera no solo a nivel racial, sino incluso entre los individuos.
Frente a ese panorama, el libro me generó casi tanta desconfianza como intriga porque su autor, Frans de Waal es un primatologo gran defensor del antropomorfismo.

Enorme y grata fue mi sorpresa al encontrarme frente argumentos tan convincentes y defensas tan reveladoras. Los temas ejes del libro son el aprendizaje, la cultura e incluso la moral entre los simios y a raíz de las investigaciones del propio De Waal con Macacos Bonobos y Chimpancés, y una breve repasada por los estudios de otros científicos y la historia de la Eología como ciencia natural, arriba a reflexiones interesantísimas , de alto contenido filosófico.
A medida que vamos avanzando por las paginas , nos encontraremos con las crónicas de diversas investigaciones de campo, que hacen patente el papel que juega el aprendizaje y la tradición , sobre todo en lo que respecta a el uso de herramientas y normas relacionales dentro de las distintas comunidades de simios.
Durante mucho tiempo, sobre todo en esta parte del mundo, se vio a los animales como si fueran meros robots, en donde “el instinto” es considerado una especie de programa genético inviolable al que las criaturas están hereditariamente sometidos. La escisión entre lo natural y lo cultural, es en ese sentido probablemente otro de los legados debamos “agradecer” nuestra filosofía, occidental y que entorpeció el abordaje de estas investigaciones. Sobre esto ultimo, hay en el libro gran cantidad de argumentos ,ejemplos contraejemplos, que poco a poco nos iran llevando a uno de los planteamientos centrales. Al mismo tiempo que De Wall desmigaja las peculiaridades de la transmisión social, abordara el tema de cómo nuestra propia cultura, la humana. y como condiciona el modo en que percibimos a los demás animales.
¿ Que sucedería, si tuvieran los simios un aprendizaje basado en la observación de los individuos mas longevos? Entre los ejemplos del libro nos encontraremos con los macacos japoneses, que aprenden de sus congéneres cómo lavar patatas en el mar, y las hembras chimpancés que enseñan a sus crías cómo utilizar correctamente piedras para partir nueces.
Teniendo en cuenta que el Homo Sapiens , especie a la que pertenecemos, ha evolucionado de antepasados comunes, con el resto de los mamíferos y sobre todo con los homínido, no es de extrañar que la mayoría de nuestras características como raza tengan una correlación profunda con ellos, y justamente por eso, plantea el escritor y etólogo , es licito profundizar emocionalmente con los simios que se busca estudiar, sin dejar por ello de lado el rigor científico, como razonable también es, adoptar una postura antropomórfica ya que resulta absurdo pretender no ser quienes somos en pos de una simulada objetividad, casi tan absurdo como suponer que ese ser, nos es absolutamente propio, como si de la nada hubiera surgido.
Todo pareciera poner de manifiesto por fin que no hay una especificidad humana que nos permita afirmar que somos algo sustancial o cualitativamente distinto a la naturaleza de los chimpancés. Mal que les pese a muchos.
Para alcanzar sus conclusiones De Wall tiene muy en cuenta la influencia ejercida por la etología europea y la primatología japonesa en nuestra forma de pensar sobre el comportamiento animal, con la particular tendencia de la segunda a apreciar a humanos y naturaleza como parte de un continuo. Quizás por ello, sostiene el Primatologo, la teoría de la evolución planteada por Charles Darwin no causo mayor revuelo entre los estudiosos de aquella parte del mundo como si la provocó en los círculos académicos Europeos: Para ellos resultaba obvio y no escandaloso, que hombres y simios tuvieran antepasados comunes.
De hecho, sin ir mas lejos ciertas filosofías religiosas de la india creen en la reencarnación, que no sería mas que una manera mística de abordar la misma idea.

Durante todo el libro encontraremos muchísimas preguntas y algunas respuestas, capaces de catapultarnos a desenlaces más que interesantes, pero lo que a mi mas me convenció, fue la gran cantidad de ejemplos y conclusiones, alcanzadas por De Wall luego de años y años de apasionada observación empírica y prolijos seguimientos y anotaciones que ilustran de una manera impecable las relaciones entre individuos , las capacidades cognitivas en acción, e incluso las relaciones políticas dentro de las comunidades simiescas que permanentemente nos lleva a hacer analogías poderosas sobre nuestras propias experiencias.
En definitiva, constituye este libro una pregunta que lleva en si misma, oculta, la respuesta como si de un caballo de Troya del conocimiento se tratara, ¿qué podemos aprender sobre la evolución de nuestra propia cultura al estudiar la conducta de los primates?.
Por cierto. Se estarán preguntando, aún, si son tan impacientes como yo, de donde sale el título del libro . “El simio y el maestro de sushi” se refiere a la tradición de que un aprendiz sushi , comida japonesa a base de pescado crudo, pasa años haciendo de discípulo y asistente en la cocina de su maestro, mucho antes de que le consientan tocar un cuchillo siquiera. Años mas tarde , en marco de una ceremonia se le otorga el cuchillo, y antiguo aprendiz que ha observando insistentemente al maestro en su trabajo es de repente, un experto.



3 comentarios:

catexia dijo...

Me interesó eso que dejaste medio al aire de la reencarnación en relación con todo el desarrollo de la reseña. Los japos también creen en la reencarnación, y, cómo los hinduistas "todos somos uno". Somos la misma materia, siendo. Que los objetos y sujetos pueden separarse es mera ilusión del Maya, o Samsara (para los budhistas).
Para mi la gran diferencia entre el pensamiento evolucionista y el tema de la reencarnación mas del "todos somos uno" (o si se quiere ir mas lejos, lo que dijo jesus, que lo que le haces a cualquier hermano, se lo estás haciendo a él, y a vos mismo y a todos) radica en que el evolucionismo es lineal a traves del tiempo, y justamente se puede hablar de una evolucion. cuando se habla de evolucion se esta suponiendo que las etapas anteriores eran inferiores y que obvio, el hombre (blanco y civilizado, ojo) es la finalidad misma mas evolucionada y por lo tanto todos los animales y razas no civilizadas a la europea son inferiores. Estoy hablando de lo que posta, creian los evolucionistas al principio y bueno, hay miles de estudio al respecto de como usaban ese supuesto para colonizar y evangelizar y reventar a miles de pueblos a los que consideraban ocmo en estadios inferiores evolutivos.
Lo que quiero decir es: los hinduistas y shintoistas no tienen este pensamiento lineal y evolutivo de la cosa. Si hay algo en comun con el evolucionismo, es simplemente que: todo viene del mismo lugar. Pero es hiper zarpada la diferencia que se cuela cuando vemos las dos posturas: una lineal y evolutiva, la otra, en eterno presente. La primera termina segregando, separando a los hombres, pueblos, especies, generos etcetc. La segunda une a todo eso en un todo armónico y orgánico, en donde todos somos uno, todo el tiempo. la sustancia es la misma, no solo la materia. y esto es mega importante. en el shintoismo, todos tenemos la chispa divina (al estilo san agustin) y la compartimos. en el evolucionismo, todos compartiremos materia, pero la esencia esta incompleta en unos y completa en otros. por lo tanto hay que completar lo incompleto y blablabla. En el shinto, cada ser tiene que limpiar karma, para fundirse con el todo. En el evolucionismo, hay que "completar" todo lo que se pueda y deshacerse de lo incompleto (a los estilos eugenesicos... o hitler!).
En fin... da para hablar mucho mas al respecto igual. Lo escribi todo de un tirón asi que probablemente no este muy claro.

Anónimo dijo...

clarisimo y digno de un ser evolucionado. peeero como diria boogie el aceitoso "vuelve a tu escala zoologica mandril!" :P

catexia dijo...

jaajajajaaj
faltó un buen PAAAAAAAAAF!