lunes, 22 de diciembre de 2008

Valeria del mal

Cuando Alfonso Mainini se tomó dos semanas de vacaciones el primero de febrero de mil novecientos noventa y siete después de cinco años de trabajar interrumpidamente en la pequeña fabrica de Envases de Hojalata que tenia en Wilde no sabía a que sensación abandonarse. Se sentía muerto en vida. Devorado por la rutina hasta el punto de la enajenación total. Pero también sabía que las cosas comenzaban a marchar. Por eso podía permitirse el lujo de vacacionar. Júbilo. Libertad y Sosiego. Ganados con esfuerzo y sacrificio lo esperaban por delante.
El destino elegido fue Valeria del mar. Un balneario sereno y bellísimo ubicado a x kilómetros de la capital, en la zona del litoral marítimo que a principios del siglo XIX se denominó "Montes grandes de Juancho",y que pertenecieron al General Félix de Alzaga, que los recibió del mismo Juan Manuel de Rosas, por formar parte de sus regimientos. Muerto este, las tierras pasaron a manos de su hijo quien fuera el esposo de Felicita guerrero, “la mujer mas hermosa de la republica” Muerta trágicamente a manos del poeta que así la llamó para la posteridad. Setenta y cinco años después la señora Doña Valeria Guerrero Cárdenas de Russo decidió forestar masivamente y para el año 1962, se construía su primer edificio.
Alfonso Mainini, No sabía todo aquello, pero sabía que Valeria era un lugar hermoso, con mar, bosques e ideal para descansar
Alquiló una casa por teléfono apenas a dos cuadras de la costa, y sin mucho más equipaje que los sueños gigantes de recuperar un poco de su propia identidad viajo hasta allí en su viejo Ford falcón gris. La casa era de típica arquitectura de ribera, un poco venida a menos, con techo y persianas de coloro verde y paredes blancas.
Alfonso Mainini era un hombre de costumbres y poco dado, enseguida estableció la rutina que seguiría durante toda su estadía. Durante el día Playa .a la tardecita, paseo por el reducido centro comercial y por la noche, asadito en la parrilla de la casa, algo de televisión y a dormir relativamente temprano. En una transgresión sin precedentes Alfonso Mainini decidido también dejar de tomar las pastillas recetadas por su psiquiatra, Necesitaba descansar también de eso.
Tal vez conciente de eso último no se preocupó demasiado, cuando la tercera noche oyó ruido a golpes que provenían del sótano. Un poco asustado pero atribuyéndolo ala suspensión de la medicación se escondió debajo de las sabanas y no tardó en dormirse.
El sótano le había causado un escalofrío en el espinazo, apenas había visto la entrada en la cocina. En una esquina del piso, una pequeña puerta cuadrada de madera, con una argolla de hierro en el medio, conducía hacia la cava, a través de una escalera de pie, por un hueco donde no cabía más de una persona. Décadas atrás el abuelo de la familia que habitaba la casa guardaba allí los fiambres que preparaba.

La quinta noche como todas las anteriores, Alfonso Mainini creyó oír voces, chillidos, y llantos pero respiró profundamente para clamarse y se durmió. No tuvo pesadillas despertó temprano, preparo su vianda y rumbeo a la playa.
Tomó sol, miro los cuerpos curvilíneos y sebosos de las jóvenes, se metió al mar y leyó el diario. Venía siguiendo con atención un caso policial que conmovía al la ciudad. Una ola de secuestros y violaciones que tenía confundida tanto a la comunidad como a las autoridades y que ya comenzaba a generar un embate de rumores supersticiosos.
Cuando el sol comenzó a bajar y el cielo se tiño de púrpura, Alfonso fue a dar su acostumbrado paseo, pero esta vez cambió el centro por los bosques aledaños.
Caminaba despacio. Respiraba despacio y pensaba despacio. Aspiraba el perfume de los pinos y del mar. Sentía el cuerpo relajado, la cabeza despejada y el espíritu todo que recuperaba el ímpetu e iniciativa. Por un lado experimentaba el deseo de quedarse a vivir allí en ese nirvana de arena y agua salada. Por el otro la pulsión de volver hecho un fiera y retomar las riendas de sus proyectos con renovadas fuerzas. Se sentía pleno y quería festejar haciendo algo distinto. Al llegar la noche, fue a su casa y se duchó, Sintió algo de culpa por descuidar su tratamiento y estuvo tentado de volver a tomar los medicamentos, pero a pesar de prestar especial atención no escucho ningún ruido y se convenció de no hacerlo. Esta cabecita funciona bien. Se dijo sonriente y orgulloso, palmeándose la frente de cara al espejo. Se vistió con sus mejores ropas y se fue a cenar mariscos en un restaurante céntrico. Acompañó la comida con un vino blanco helado seco y con sabor a frutas. En la televisión, insistían con la noticia de los secuestros, pero a Alfonso ya no le interesaban, Había ocupado su atención en una linda morocha treintañera que también cenaba sola, unas mesas de por medio y no paraba de espiarlo de soslayo.
Sin mucho mas preludio que una sonrisa entradora, la invito con una botella de champagne y helado de limón. Paula acepto encantada. Charlaron de intrascendencias. Y se gustaron. Siguieron la velada en una confitería, Algo borrachos dieron un paseo por la playa, se besaron y terminaron en la cama de Alfonso teniendo un sexo bastante aceptable.
A media noche Alfonso desertó sintiéndose ahogado. A su lado Paula desnuda dormía profundamente. Se sentó en la cama y se fregó los ojos. Se dirigió hasta la cocina y se sirvió un baso de agua. Entonces volvió a oír los ruidos. Instintivamente miro la puerta trampa. Y creyó que se movía. NO. se dijo. Eso no es una alucinación. Oyó unas voces y se persuadió. Tomo un cuchillo grande del primer cajón de una cómoda blanca, prendió la luz, y busco la llave con la que había tenido el tino de cerrar la trampa. Los sonidos habían enmudecido. La abrió lentamente, mientras las maderas hinchadas se quejaban. Y se asomó. Vio una sombra humana cruzar sobre la pared de un lado a otro de la habitación en penumbras. La creyó una aparición y alcanzo a pegar un grito de pánico antes de que el corazón se le detuviera para siempre.

Otros gritos, los de Paula alertaron a los vecinos y estos a la policía.
En una hora el barrio se llenó de ambulancias y patrulleros. Sacaron primero a la chica que sufría un severo ataque de pánico. Luego a cinco chicos pequeños algo deshidratados, asustados y hambrientos que estaban encerrados en el sótano y por ultimo al cadáver rígido de Alfonso Mainini, a quien los pequeños identificaron enseguida como su captor.
Los niños no presentaban signos de abuso ni de tortura. Según sus propias declaraciones, Alfonso los había secuestrado durante horas de la tarde con señuelos engañosos y tras amenazarlos con desmembrarlos vivos para construir con sus partes aún palpitantes una sangrienta estructura que pensaba ofrecer en sacrificio al brumoso mar, los había encerrado en el sótano, que solo volvieron a ver abrirse para el ingreso de algún un nuevo prisionero.


Algunas semanas después cuando aun la noticia del desdoblamiento de personalidad que padecía “el cazador cazado “como lo llamaban todos, era material de debate en todos los noticieros. Una noche de llovizna, Sin que nadie pudiera encontrarle una explicación hasta el día de hoy, todos los niños que sufrieron el encierro, cada uno por su propia cuenta. Subieron hasta algún risco y se lanzaron al mar embravecido despedazándose contra las rocas. A al madrugada la casa que había alquilado Alfonso Mainini semanas atrás se prendió fuego incomprensiblemente y ardió hasta los cimientos.
Hay quien dijo reconocer en las febriles figuras que el humo conjura, los cuerpos de los niños tomados de las manos marchando cabizbajos junto al diablo.
Desde entonces más de un turista frenético, influenciado sin duda por las supersticiones locales juró haber visto entre los pinares cerrados que caracterizan a Valeria sombras infantiles bailando en ronda junto a Mainini. No son pocos los que en susurros afirman que Alfonso no procuraba hacer daño a los niños sino más bien protegerlos, de un mal escalofriante e innombrable que es secreto a voces y que terminó cobrándose su propia vida.
Yo mismo juzgo a viva voz que todo aquello no son más que mitos, leyendas, cuentos e invenciones, pero en cuanto se pone el sol, si alguien me pregunta, temeroso y convencido, sugiero en susurros, que ningún padre prudente debería dejar que sus hijos pequeños merodeen solos entre los pinos. Algo in entendible crece bajo su sombra. Algo sobre lo que es preferible no decir más.




4 comentarios:

Caro y Nacho dijo...

Muy bueno Pablo.

Mel dijo...

muy bueno... muy bueno
dejo aca una nota ke nada ke ver pero como lei algunas veces cosas de divulgacion cientifica aca capaz te llama la atencion
saludos

http://escuadrondelaverdad.blogspot.com/2009/01/la-nasa-anuncia-que-una-tempestad-solar.html

saludos

Sonny dijo...

Me encantó, mucho... sobre todo ese momento q lograste cuando se muere del paro cardiaco, se me erizaron los pelor de las patas.

Tan Lovecraft

Sonny

Anónimo dijo...

muy bueno chaval
me hizo acordar a uno de los episodios de la peli "Balnearios", que cuenta la leyenda de un hotel abandonado en no se que pueblo de la costa bonaerense. Era una historia bastante escalofriante tambien "basada en hechos reales", jeje